Durante las últimas décadas han ocurrido cambios significativos en la cultura juvenil y cada nuevo cambio ha traído consigo diferentes valores y prioridades en la vida de los adolescentes.
A medida que los ministerios juveniles se adaptan y responden apropiadamente a estas épocas, parece que hemos perdido el bote de la tercera, lo que nos ha puesto hoy, en un lugar en el cual el ministerio juvenil no se está ocupando de las realidades y necesidades de la cultura juvenil.