Tú sabes lo que es la sed física. Deja de beber líquidos a ver qué pasa. Ya no puedes pensar con coherencia, la piel se te pone áspera y los órganos vitales dejan de funcionar bien. Priva tu cuerpo de los fluidos necesarios, y tarde o temprano te lo hará saber.
Priva tu alma de agua espiritual, y ella también te lo dirá. Los deshidratados envían mensajes desesperados. Temperamentos irratados. Olas de preocupación. Culpa y temor crecientes. Desesperanza. Resentimiento. Soledad. Inseguridad.
Tú no tienes que vivir con el corazón deshidratado. Dios te invita a tratar tu alma sedienta así como tratas tu sed física. Simplemente acude al POZO y bebe hasta el fondo de tu alma:
Recibe la obra de Cristo en la cruz,
La energía de su Espíritu,
Su señorío sobre tu vida,
Y su amor eterno e infalible.
El hace la parte difícil, todo lo que tienes que hacer es pedir. No hay una lista de quehaceres espirituales, ningún inventario de reglas y regulaciones. Tan solo bebe. Deja que Cristo sea el agua de tu alma. Acércate Sediento y bebe el agua de la vida. Por amor a quienes tanto te necesitan, ¡hidrata tu alma! Hazle caso a tu sed. Bebe hasta el fondo y bebe con frecuencia. Así correrán de ti ríos de agua viva.