Tomando como punto de partida a Jesucristo, descubrimos que no existe base razonable para negar su existencia.
Nació, creció, trabajó y sudó, descansó y durmió, comió y bebió, sufrió y murió.
Pero, ¿podemos creer que también fue en algún sentido Dios? ¿Hay evidencia alguna que apoye la sorprendente afirmación de que el carpintero de Nazaret fue el Hijo unigénito de Dios?
Esta pregunta es fundamental. No podemos esquivarla.
Exploremos en quién y por qué creemos, guiados por la ágil exposición de la fe cristiana que hace el conocido expositor bíblico John Stott.
Permitamos que el Evangelio responda a nuestras inquietudes, despierte y profundice nuestra fe.