En estas líneas no encontrarás un extracto sobre la soledad, sino más bien una invitación a que te sumerjas en ti mismo y puedas descubrir la riqueza que hay en ti.
En este mundo moderno, muchas personas se sienten solas, sobre todo en las grandes urbes, donde se levantan muros a su alrededor en vez de alzar puentes hacía la comunicación y la armonía. Vivir rodeados de gente no necesariamente constituye un remedio para la soledad.
Abre tu corazón, ábrelo a los demás y tiende la mano a otra persona que puede estar en la misma situación, y esos muros no tardarán en caer, en disolverse para dar paso a la alegría, al acercamiento a Dios, a la amistad con el que te rodea y a la felicidad.