Usted está 24 horas más cerca del momento de su muerte que ayer a esta misma hora. Hay una pregunta ineludible que en última instancia enfrenta cada ser humano en nuestro planeta: ¿A dónde vamos después de la muerte? La muerte no hace distinción de personas. Llega a los jóvenes y a los ancianos, a los ricos y a los pobres, a los buenos y a los malos, a los cultos y a los ignorantes, la muerte es el ecualizador universal.
El autor nos lleva a enfocar nuestra atención al hecho ineludible de que Dios “ha de juzgar a los vivos y a los muertos” (2 Timoteo 4:1). Nada, ni siquiera la muerte, nos protegerá de estar en cuerpo y alma delante de nuestro Hacedor y Juez. La Biblia dice: “…está establecido que los hombres mueran una sola vez, y después el juicio” (Hebreos 9:27), el momento en que “cada uno de nosotros rendirá cuenta a Dios de sí mismo” (Romanos 14:12).