¿Por qué nuestros países se encuentran enfermos de odio, violencia, hambre, y desesperanza?
¿Por qué hoy día se sufre tanto la ausencia de estabilidad e integridad moral?
¿Por qué nadie se hace cargo de la degradación sistemática de la sociedad de la sociedad y nadie sabe dónde acudir para encontrar alivio?
Dios ha dejado un representante y defensor de su voluntad, los organismos de fuerza pública no pueden prevenir la violencia ni el odio; las escuelas no pueden cambiar el corazón de los niños.