Algunos días simplemente nos olvidamos. Nos olvidamos de las llaves de la casa, de las direcciones para llegar a algún sitio, de devolver una llamada telefónica. Y, a veces, nos olvidamos de que le pertenecemos a Jesús. No es intencional, pero sucede.
La iglesia en Corinto se había olvidado. Eran disensiosos. Insensibles. Discutidores. Rebeldes. Escuchaban a falsos maestros que cuestionaban el mensaje de Cristo y que acusaban a Pablo de no ser confiable y de ser un falso apóstol. Por ello Pablo escribió una carta conmovedora defendiendo su carácter, ministerio y mensaje.
La carta les recuerda a los corintios que deben dejar sus costumbres mundanas, y pensar y vivir de maneras que honren a Dios.
Asimismo, la carta de Pablo nos alienta a fijarnos en nuestra propia vida para que no nos olvidemos de lo que realmente importa.