Esta obra ha sido escrita con un concepto amplio del término “ministro”, pensando no sólo en los pastores que dedican todo su tiempo a la obra del Evangelio, sino también en los ancianos (pastores igualmente según el Nuevo Testamento) o diáconos que componen los consejos de las iglesias, en los evangelistas, misioneros, líderes de grupos de jóvenes o de mujeres y en cuantos de algún modo tienen responsabilidades de predicación, enseñanza, cura de almas o liderazgo cristiano.
En el enfoque y desarrollo del libro, no se ha sujetado rigurosamente a esquemas tradicionales. Se ha preferido dar mayor atención y espacio a aquello que en la práctica más interesa a un ministro, motivo por el cual el criterio pragmático priva sobre el meramente académico. A ello ha contribuido la experiencia acumulada en el transcurso de treinta años de pastorado. Precisamente porque el autor ha simultaneado durante todo ese tiempo la predicación y la cura de almas con la enseñanza, difícilmente puede despojarse por completo de su estilo de predicador y pastor al escribir una obra de tipo didáctico. Este hecho, más que un defecto, puede significar una mejora. Al fin y al cabo, escribimos para personas que, en su mayoría, son o serán predicadores.
La obra que el lector tiene en sus manos contiene, como queda dicho, una buena dosis de experiencia personal. Muestra el ideal del ministerio cristiano, pero el autor mismo confiesa no haberlo alcanzado totalmente.
Su progreso en los diferentes campos de labor ministerial no ha sido por igual y reconoce hallarse en todos lejos de la perfección; pero ha comprobado que la conciencia de los propios defectos es tan alecciondadora y estimulante como la de los logros. Por eso hace suyas las palabras de Pablo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”. Con espíritu de fraternal compañerismo, ofrece esta obra a quienes se ocupan en el ministerio cristiano o se sienten llamados a él y a cuantos desean saber más de esa esfera maravillosa. Quiera Dios usarla para bendición de sus siervos y de su Iglesia.