Orar no es una actividad natural.
Desde que nacemos nos enseñan a confiar en nosotros mismos, y entonces hacemos esfuerzos y no debatimos por adquirir autonomía.
La oración es una cachetada a esos valores tan profundamente arraigados. La oración es algo extraño para nuestra naturaleza humana arrogante.
Pero entonces, ¿por qué nos sentimos atraídos hacia la oración? Porque la comunión más íntima con Dios sólo es posible a través de la oración, porque cuando oramos Dios nos brinda de su paz, y esa es una de las razones por las que aun las personas autosuficientes caen de rodillas y derraman su corazón ante Dios.
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