Hace tres mil años, un sabio dijo, “instruye (entrena) al niño en su camino y aun cuando fuere viejo, no se apartará de él.” Un buen entrenamiento o instrucción no es solucionar crisis; por el contrario, es aquel proceso que se debe hacer antes de enfrentarlas o de tener que disciplinar a los hijos.La mayoría de las personas asumen la paternidad por accidente, no lo hacen de manera deliberada o planeada. ¡Imagínese si se construyera una casa de esa manera! No tenemos que reinventar la instrucción. Existen principios para instruir a los niños, y métodos que han funcionado desde la antigüedad. Negarle la formación o entrenamiento a un hijo es abandonarlo deliberadamente y es semejante a empujarlo hacia un mar de opciones y de pasiones, sin un barco apropiado ni una brújula.