La iglesia ha perdido el impulso y la dirección y hay pocos líderes con corazón apostólico para ir y hacer discípulos en todas las naciones, que quienes toman a Cristo como modelo para sus vidas, son vistos como fanáticos.
Sólo una clase de persona influenciará al mundo y el fracaso de la iglesia en producir este tipo de persona es el error que la ha llevado a esta crisis. La crisis en el corazón de la iglesia es una crisis de producto. ¿Qué clase de persona produce la iglesia? El producto ordenado por Cristo es una persona llamada discípulo. Cristo ordenó a su iglesia “hacer discípulos” (Mateo 28:18-29), porque los discípulos influencian su mundo; Él describe a un discípulo como uno que todo lo soporta por Él, que es obediente a Él, que da fruto, glorifica a Dios, tiene gozo y ama (Juan 15:7-17). Un discípulo se reproduce a sí mismo, lo cual lleva a la multiplicación y esta es la clave para ganar al mundo y cumplir la Gran Comisión. La crisis en el corazón de la iglesia es que fomentamos hacer discípulos sólo de labios para afuera, pero no lo practicamos y hemos perdido la integridad de nuestra misión. El sistema cardiovascular del cuerpo no mejorará hasta que cambiemos nuestros enfoques y prioricemos la saludable producción y reproducción de hombres y mujeres que influyan su mundo. Cuando obedecemos la comisión de Cristo, dos cosas buenas suceden: creamos cristianos saludables; y un cristiano saludable se reproduce y el cuerpo crece, entonces se multiplica y el mundo es evangelizado.
No muchas cosas cambiarán hasta que asumamos seriamente la Gran Comisión y los pastores estén dispuestos a empezar a reproducirse a través de otros, a preparar cristianos que se alimenten por sí mismos, hasta que las congregaciones le permitan a los pastores invertir más de su tiempo en enseñar y entrenar espiritualmente a la minoría.