Nuestra sociedad “posmoderna” no goza de buena salud. Detrás de sus aparentes éxitos y euforias se esconde agazapado el fantasma de la crisis. Crisis política y crisis económica que en realidad no es más que la suma de las múltiples crisis que afectan las disciplinas en que se asientan sus cuatro pilares: la ciencia, el derecho, la filosofía y la religión.
Pensando que la idea de Dios era un freno al progreso y el bienestar, el hombre moderno se ha obsesionado en eliminar los valores de la conciencia y de la fe. No es consciente de que ha salido de las manos del Creador y está hecho a su imagen y semejanza, por lo que todo intento de alejarse de Él constituye un imposible abocado al fracaso. Más que eliminar a Dios lo que hace es reprimirle en su interior.
Esta represión es la que ha forjado la sociedad neurótica en la que vivimos. Sumida en la ambivalencia, los mismos esfuerzos que hace para liberarse son los que la pierden. Busca febrilmente conjurar lo que estima, como mitos responsables de sus males políticos y económicos; sin darse cuenta que vive cada vez más esclavo de ellos. Todo esto, porque no tiene consciencia de que su verdadero problema está en otra parte.
Con su habilidad natural para hacer fácil lo difícil y comprensible lo intrincado, Paul Tournier, compara las edades de la historia a las distintas etapas en la vida del ser humano. Analiza las verdaderas causas de los males que aquejan a nuestro mundo y plantea una solución basada en principios cristianos y en el justo equilibrio entre pecado y enfermedad